LA GRIPE
Jamás pensé que lo que le pasó a Luis fuera posible de ocurrir. Lo conocí desde que ambos teníamos cinco y siempre fue un niño risueño, divertido, alegre y muy movido. Cuando cumplió diez años su madre dijo algo de lo que yo estuve pendiente durante mucho tiempo. Ella dijo que en diez años de haberlo criado, Luis nunca había enfermado de nada, ni siquiera un simple resfriado o una inocente fiebre; jamás ella había tenido que pasar la noche en vela cuidándolo y que aún cuando él sólo era un bebé siempre fue muy sano. Esto me dejó confundido porque no podía creer que un niño como él, que se exponía al peligro y a la suciedad sin medir consecuencias, jamás se haya enfermado. Es así que a partir de ese día encontrarle una debilidad se convirtió en mi obsesión, pero tras haberme hecho su mejor amigo y prácticamente convivir con él año tras año; pude comprobar que su mamá no estaba alardeando: Luis realmente nunca se enfermaba. Hubo días en los que lo vi con malestar general o con la nariz tupida y entonces yo esperaba el día siguiente para verlo tendido en la cama, pero inexplicablemente él despertaba como nuevo. Así me pasé toda la secundaria, obstinado por verlo enfermo, sin embargo, cuando ambos entramos a la universidad mi preocupación se esfumó; simplemente acepté su buena suerte y lo dejé tranquilo.
Cuando teníamos veinte e íbamos en segundo año de derecho, fuimos al cuarto de una amiga porque los amigos más cercanos que teníamos se iban a reunir allí. Entre bromas y simplonadas terminamos jugando a los retos, y todo siguió normal hasta que nos retamos a besarnos, nosotros a las chicas y ellas a nosotros. De pronto, allí estaba Alicia, una bella chica de piel canela por la que Luis siempre sintió algo especial, siempre hablaba de ella con brillo en los ojos y cuando empezamos el juego me hizo prometer que lo retaría a besarla, pero eso no fue necesario; todos allí sabían lo que él sentía por ella y antes de que yo tuviera que intervenir, ya se habían besado varias veces.
Esa noche, hubo algo diferente en él después del juego; no cabía en su felicidad, pero estaba pálido, se sentía muy cansado y cuando nos despedimos, ni siquiera él pudo contar las veces exactas que había besado a Alicia. Sin embargo, Luis murió tres días después del juego por una fiebre alta. Lo curioso es que Alicia siempre fue una chica muy enfermiza, cada día venía con una enfermedad nueva y el día que besó a Luis; estaba enferma, él se contagió de su primera gripe y murió, pero Alicia no volvió a sufrir de ninguna enfermedad, ni siquiera de un simple resfriado.
FIN.

1 comentario:
EDER.
Es un gusto ver que tu narrativa va en franca y sostenida mejoria; leer "La gripe" ha sido como sumergirse en algo que creemos posible: la invencibilidad, pero que -como todo- luego termina en derrota corporal o mental.
Seria bueno que, a partir de este tema de lo invencible, escribas mas cuentos asi de breves como el que acabo de leer y que ha sido de grata lectura.
Saludos y que pases un gran anio 2011.
P.D.:
Dije anio (disculpa la ausencia de tildes y enie).
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