lunes, 28 de diciembre de 2009

El Mar, El Mar

UN REGALO DE NAVIDAD

La encontré en la orilla del mar, aún chapoteaba en una playa bien alejada del muelle, por una zona donde los grandes nunca venían a pescar porque decían que allí la mar era impotente y no paría ni chauchillas. Todavía estaba viva cuando la recogí y vivió unos días más conmigo.

Era pesada para mí, a pesar de que ahora sé que las de su especie deben pesar mucho más de lo que ella marcaba en la balanza y que deben medir diez o veinte veces más de lo que ella abarcaba en mis brazos. Sus ojos eran secos, pequeños y cristalinos, mas no grandes y acuosos como los de todos los pescados, reflejaban una parte del mar que yo nunca había visto a pesar de que yo también nací en las orillas del mar; reflejaban profundidades translúcidas y no azules como los de los demás peces. Sus aletas eran regordetas, una era más grande que la otra y eran pequeñas para su cuerpo, parecían moldeadas por el movimiento de las olas y no tenían una forma específica, sólo eran aletas y punto. Su cola que era horizontal y no vertical como las demás, asemejaba a una plantita de maíz recién nacida, con esas curvaturas que se iniciaban al final de su cuerpo y se bifurcaban hacia fuera primero y luego volvían a adentrarse para regresar por el mismo camino por el que vinieron, donde un corte la dividía en dos. Y su cuerpo, era de lo más raro, su cuerpo era el de un pescado al revés o el de una lancha al revés, por eso cuando la encontré le di vuelta y así parecía tener más lógica, pero cuando caí en la cuenta de mi error porque ella trataba de darse vuelta solita; la ayudé a que retomara su posición natural: de planicie en la espalda y concavidad en la panza; como ya dije, de un pescado invertido, ah y no tenía escamas, era de piel muy suave y hocico alargado.

***

Era navidad y yo andaba triste porque no había recibido regalos, así que decidí adoptar a aquel animalito como mi regalo de navidad de parte del mar. Estaba muy confundido porque no sabía si se moriría o no fuera del agua; por eso yo la mantenía bañándose por las olas del mar y para llevármela necesitaría una batea grande. Con el dolor de la posible despedida decidí dejarla en el mar e ir por el depósito, volver y llevármela, aunque sabía que sería casi imposible que ella siguiera allí cuando yo vuelva. Corrí tan rápido como mis pequeñas piernas me lo permitieron, entré sin temor en mi rancho, vacié la ropa sucia de la batea más grande que teníamos en casa y regresé veloz hacia la “playa impotente”. En mi mente estaba la idea de ya no encontrarla, pero no sólo estaba allí, si no que además estaba más pegada a la arena que al mar; lo que no acabé de comprender si no hasta hoy.
Llené la batea con agua de mar e introduje a mi regalo dentro, con un mayor esfuerzo la pude cargar en brazos y la llevé atrás de mi choza, en mi escondite personal secreto, donde como todo niño guardaba todo lo que yo consideraba un tesoro.

***

– Qué tienes atrás, Santiaguito –me preguntó Don Pancho, un viejo que trabajaba en la pesca junto CON mi padre y que tenía el rostro descamado como el de un pescado viejo –. Desde ayer te veo que llevas yuyo y pejerrey cada cinco minutos.
– Nada Don Pancho –respondí –. Le parece, le parece –más nervioso que convencido de lo que decía.
Don Pancho era reconocido por su sapiencia y cultura, lo apodaban también Don Diablo, porque era el más sabio del barrio.
– Vamos, muchacho, puedes confiar en mí –me decía –. Déjame verlo. Y cerró y abrió su ojo derecho en señal de confianza mientras despeinaba mi coronilla con sus arrugadas manos.
Sus palabras me convencieron y casi seguro de lo que hacía; puse verticalmente mi dedo índice sobre mis labios, le cubrí los ojos con mi media gris de colegio y lo hice caminar un poco antes de llevarlo atrás de mi casa. Cuando lo descubrí: le pregunté si sabía dónde estábamos y él miró a un lado, miró al otro y negó con la cabeza. Ahora sé que Don Pancho me siguió la corriente para mantener mi ilusión infantil. Me quité de su campo de visión y dejé que observara desde sus casi dos metros de estatura, el animal que reposaba en la batea del suelo.
Emocionado comencé a contarle de cómo la había hallado, lo raro de su físico y que hasta el momento no sabía lo que era. Volteé la mirada mientras seguía hablando y vi por primera vez el rostro estupefacto de Don Pancho, mientras me interrumpía:
– Es una ballena, Santiago –me dijo –. ¡Pero dónde la encontraste, muchacho! Y su expresión aumentaba en cada palabra.
Era la primera vez que yo escuchaba hablar de ballenas y de que eran mamíferos gigantes, que tenían que respirar de cuando en cuando y de que vivían largos períodos de tiempo.
– Algunas viven hasta cien años –seguía explicándome Don Pancho –. Pero esta es muy pequeña, enana, no mide ni dos metros, me corrijo es liliputiense porque hay proporcionalidad en su cuerpo, ¿o no? Y ya hablaba sólo Don Pancho y la cogía de la panza, la examinaba y por primera vez escuché el sonido desgarrador que producía mi ballena.
– Está cantando –sonrió Don Pancho –. Ese el canto de una ballena liliputiense, Santiaguito –me decía emocionado.
Pero se escuchaba bajito, casi ininteligible. Luego, cuando Don Diablo la devolvió al recipiente; ella sacó un poco el lomo y de su espalda se abrió un agujero por el cual el agua salía disparada y hacía un sonido como de caño malogrado.
– Qué hace –le pregunté.
– Está respirando –me dijo Don Diablo y una sonrisa volvió a inundar su rostro.
Parecía que a los dos les había vuelto el encanto por la vida. Mi ballena ahora intentaba moverse en el agua y Don Pancho tenía un brillo diferente en los ojos. Volteó de manera imprevista hacia mí y con desesperación me preguntó:
– Cómo la encontraste, Santi, cómo y dónde la encontraste, esto es muy importante, muchacho -y no me daba tiempo para responderle –. Es una especia única, Santi, única. Debe creerse extinta.
– …………………………………………………………………………………..
– Respóndeme, Santiago.
– Estoy recordando. Es que la encontré dos veces. La primera todavía estaba chapoteando y yo la adentré un poco más en el mar y la segunda ya la encontré más en la arena que en el agua, ¿por qué, Don Pancho?
No dijo nada, pero su mirada cambió totalmente, era melancólica. Luego de un momento de haber estado encerrado en sus pensamientos me volvió a mirar y me dijo:
– Cuídala, hijo, cuídala muy bien. Y se fue así como así y yo no se lo impedí, ni lo seguí.

***

Al día siguiente, cuando me desperté, tuve que agudizar mis oídos para poderla oír, entonces me di cuenta que no paraba de cantar. Cada vez que le llevaba yuyo y pejerrey para que coma; se calmaba y permanecía largos ratos en silencio. Ni papá, ni mamá la habían notado, sin embargo, al tercer día apenas se movía, ya no quería comer y no dejaba de “cantar” ni un solo minuto. Entonces pensé que lo más probable era que quería regresar al mar.
Al caer la tarde, llevé a Yena, así la nombré: “Yena la ballena”, furtivamente a la “playa impotente” y no pude impedir que mis ojos se mojaran cuando la solté al mar, pero estaba seguro de que era lo correcto. Regresé con la cabeza escondida entre los hombros a casa, pero con la alegría de pensar que Yena era libre.
Cuando me desperté, no pude esperar para ir a buscarla, corrí como loco y para mi gran sorpresa ella estaba allí, de nuevo más pegada a la arena que al mar. Corrí más rápido y me arrodillé a su lado; una lágrima que no me avisó, humedecía mi rostro; Yena estaba muerta.

***

– Usted lo sabía, ¿verdad? –le pregunté a un apocado Don Diablo, trece años después de haber enterrado a Yena, también en navidad y mientras nos acercábamos para observar, junto a una multitud, a una ballena de tamaño normal varada en la playa del barrio.
– Así es, Santiago –me responde con sus labios cuarteados y con el cuerpo casi inútil ayudado por un bastón para caminar.
– ¿Por qué las ballenas vendrán a morirse en la orilla, no Don Pancho?
– No lo sé, hijo, es un misterio que jamás conoceremos –me dice mientras mueve negativamente la azotea llena de nieve y parece que él mismo se dirige a la orilla a morir.
– Tal vez sea para morir en paz –le digo –. Las ballenas son mamíferos, pertenecen a la tierra, y yo creo que uno para morirse tranquilo debe volver a donde pertenece.


FIN

martes, 15 de diciembre de 2009

Al Amigo TosKi

Niño
Al niño viejo. Por sus enseñanzas.

Una máscara vacía, una careta rota,
un pedazo de piel marchita,
pero de kamaleón.
Una gorra de alas cortas, unos lentes de pupilas invidentes,
una melena de niño,
pero de niño al viento.
Puro misterio, pura insensatez,
pura desesperación,
pureza sería lo de menos,
sin esa genialidad.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Acróstico

TU NOMBRE
a la chica del nombre,
ella todavía no sabe por qué

domingo, 6 de diciembre de 2009

Los Demonios Bomberiles

DEMONIOS ROJOS

Son las trescientos cuarenta y siete con monedas, el telón ya se ha bajado y lo único que me rodea es el vacío enorme y oscuro de una madrugada de guardia nocturna en el cuartel. Ni siquiera el cuadro de una virgen que no es de mi devoción y que suele encender la noche con su molesto brillo solaz y artificial está activado hoy. Aún no se sabe si es el hoy o es el ayer, aún queda la sensación de la amarga saliva llena de madrugada y porquería que recogimos durante el día. Los demás duermen o quizas están siendo torturados por sus sueños. A lo lejos puedo escuchar a Héctor, claramente:

-Intúbala, sí, sí, intúbala a ella.

Alzo una vez la voz deletreando su nombre, dos y nadie responde a mi llamado, tres y se escucha un ronquido, cuatro y me parece que duerme, cinco y me levanto de mi cama, seis y compruebo que está rendido a los brazos de Morfeo.

Su soliloquio es para sí o para alguien que no está en este mundo, para alguien que está en la misma habitación que todos compartimos pero que sólo él puede ver. En el día salimos a una emergencia donde dos caballos de metal, despotricados, veloces y enceguecidos, se mezclaron entre sus fierros, sus gasolinas, la mirada de curiosos, el auxilio de nosotros y la sangre de una joven hermosa... casi sin la mágica energía que hace poco la hacía hablar, caminar, reír o amar, casi sin el soplo de vida que le dieron a su alma. Necesitaba un milagro para seguir viviendo, un milagro llamado "oxígeno" que nunca llegó y por el cual Héctor rogó hasta desangrarse:

-Hay que intubarla, rápido, intúbala.

Pero nadie lo escuchó y tal parece que pasó igual en su sueño, quería cobrarse la revancha y estaba volviendo a vivir ese capítulo, tal vez cambiaba, tal vez en su sueño la hermosa joven obtenía su milagro, tal vez en su sueño el hubiera sido héroe, porque en la vida real aún no se da cuenta que ya lo es.

Son las trescientos cincuenta y cinco más milésimas y mis demonios no me dejan dormir, pelean entre sí por disputarse el privilegio de molestar mi conciencia y escucho otra voz, ¿Marito? Sí, Marito...
-Te cagaste conmigo, ya fue, ya fue.

Sí, Mario dormía también y esa manifestación de cariño no era para ninguno de nosotros, era para el último intento de amar que había hecho, para el desgarrador cuadro del desamor que habían pintado la mujer que el más quería o que más quiere aún y el hombre al que más odia en su corta vida.

Son las cuatrocientos doce y fracciones y mis demonios no son sólo míos, son también los de mis compañeros, mis demonios son también ángeles, ángeles malévolos que me salvan la vida cada vez que salgo a salvar la de los demás.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Ángel Guardián


A los pequeños ángeles, en especial al mío
ANGEL MÍO

Te formó un soplo invisible de amor eterno,
te nombró la visión de un futuro que jamás viviste,
te arrullaron el llanto, la desesperación y el temor,
te invocaron deseos de quienes nunca conociste,
te dieron calor corazones demasiado fríos;
que te abandonaron en la confusión, ángel mío.

Tus labios de miel aún tienen palabras que nunca pronunciarán,
tus manos de papel todavía quieren sentir aquella piel,
tus ojos de cristal añoran ver la luz aunque sea sólo una vez,
tus oídos de cartón aún sueñan con la voz que llora y canta,
tu corazón de trapo guarda aún todo el amor que darías
y que espera ansioso por ella y por mí, ángel mío.

Canción de cuna de tristeza inolvidable,
perdón por decisiones que no tienen nombre,
error tras error que no tienen culpables,
conciencia rota de quienes aún no te responden,
pues aunque te amen, no tienen cómo justificar;
por qué, ángel mío, no te dejaron volar.

martes, 24 de noviembre de 2009

Se Presentó El Colectivo Artístico Juvenil Da Arte




El Colectivo Artístico Juvenil Da Arte se presentó con singular éxito en el auditorio del Centro de Idionas "El Cultural" de la ciudad de Trujillo el día 21 de noviembre del 2009 a partir de las 18:30 horas, el auditorio se observaba lleno casi en su totalidad y los primeros poetas en presentarse fueron José Carbajal, Heber Cabanillas y Éder Velásquez; fueron todos muy aplaudidos por cierto y la gente esperaba con ansias el "show" La poesía no existe de David Novoa




La muy esperada participación del dueño del minizoológico de Moche y Poeta David Novoa, empezó con un video y fue muy aplaudida.







Para Cerrar con broche de Oro se presentaron a la lectura de sus trabajos, el joven narrador piurano Richard Chávez y los jóvenes poetas Oscar Ramírez, Walter Toscano y Jonathan Alvarado, quienes pusieron fin a la fiesta iniciando con el video Crónicas Urbanas de Richrad Chávez y terminando con la lectura de poemas de los demás invitados.









Gracias por Su Asitencia y Hasta Siempre en el Arte





DA ARTE

Amor Callejero


CALLEJERA


Y cayó la unánime noche, con su negro telón chispeado de doradas escarchas y una perla plata gigante de armazón; y se tragó al día con todo y atardecer. Te busqué en la alcoba, pues sabiendo de tu pesado sueño y de tus incontrolables ganas de quedarte dormida donde te de la gana; pensé pudieras estar allí, pero no te encontré. Recorrí la cocina de un lado a otro; porque cuando menos me lo esperaba siempre estabas en ella, husmeando por comida o simplemente comiendo, y para mi sorpresa, tampoco estuviste ahí esta vez. Escudriñé cada rincón de la casa, vieja y polvorienta, la cual me pareció más grande de lo habitual. Caminé de la puerta a la azotea, del desván al corredor, de la sala al patio y de la cocina al dormitorio una vez más, y tus ojos verdes, verdes como la fruta inmadura; tus labios rosas, rosas como el brillo solaz de la mañana; tu hermoso color; tus formas; tus gemidos, que parecían antes retumbar las paredes y martillar los oídos de los vecinos cada vez que por las noches te acariciaba, ya no estaban.

No podía creer tu abandono después de todo lo que había hecho por ti, después de haberte dado abrigo y calor de hogar cuando más lo necesitabas, después de haberte rescatado de aquel mundo putrefacto en el que vivías, después de todo el amor y cariño que te brindé sin esperar nada a cambio.

Todos me advirtieron que las que son de tu clase, nunca cambian y sólo se aprovechan de uno hasta estar mejor para luego irse como si nada y yo no les hice caso, esperando que tú fueses diferente. Recordé en silencio las mil y un caricias que nos dimos y que tú, quizás, ya habías olvidado y entristecí hasta las lágrimas.

Entonces, cuando mis ojos estuvieron a punto de mojarse por las penas que a mi corazón daba tu recuerdo; apareciste meneando tu delgada cola de manera sensual y te restregaste contra mi pierna como solías hacerlo. Ni siquiera te vi, pero sonreí, y tú, pronunciaste un tibio maullido; haciéndome saber que nunca te apartaste de mí.

El Destino De Muchos


DESTINO

Aprendí solo a amar y hoy no puedo aprender a olvidar,
la vida se me va por cada resquicio que dejan las heridas de mi corazón;
siento como erupciona la sangre, ¡calentísima!, al saber que ya te perdí,
mi alma está vacía si no tiene por quien seguir con vida.
La caminata tal vez fue en vano, tal vez la hice en mal tiempo;
el cielo se lleva mis lágrimas sin saber que me hacen tanta falta
y siento caer la lluvia igual que si fuera mi propio dolor caminando hacia el mar.

Ya no están tus ojos negros que fueron hechos para que yo los mirase
y se inundan los míos como tratando de huir de la realidad.
Ya no están tus labios rosas que fueron hechos para soñar cada día con un beso tuyo
y se resecan los míos de sólo pensar en su soledad. Ya no está tu piel cocoa que fue hecha para acariciarla eternamente
y la mía se retuerce y marchita, arrepentida de su letargo. Ya no está la noche de tu pelo ni el suave rumor de viento que lo ondulaba
y el mío se irá haciendo de nieve sin haber compartido contigo su dolor. Ya no está el papel de tu sonrisa donde solía escribir mis poemas
y la mía ha muerto en vida sin que nadie le avisara. Ya no están tus manos lánguidas que pegaban como nubes de algodón
y las mías, trémolas de miedo, saben que no volverán a tocarte. Ya no está ni el mínimo rastro de tu cuerpo. ¿O está tal vez en otra parte?

Lo único que me ha quedado de ti es tu recuerdo inoportuno que aparece y se va al ritmo de mi corazón
y me acompañará hasta que yo muera o tú me mates con la amistad;
hasta que yo pueda entender que tú no me olvidaste, que el que olvidó fue el destino… Que el que te olvidó fue quien más decía amarte…

Que el que te olvidó, fui yo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

El Poema de Mi Vida


EL POEMA DE MI VIDA
 
Existe en mi vida un poema, aquel que siempre quise escribir,
uno que se esconde en lo más profundo de mi interior
y borda con hilos de plata las heridas que tiene mi corazón.
Cada uno de sus versos me sabe a miel en los labios
y sus rimas son un susurro acariciando a mis oídos,
me dan frío y me dan calor y auqnue eso no esté permitido,
arrancan del día todo el esplendor y me pintan la luna del color del sol.

Existe en mi vida un poema y hasta ahora no lo puedo escribir,
uno que canta una y otra vez dentro de mi alma,
con la voz que sólo puede tener el amor.
Para mí espíritu es un intermibale hipérbaton
y caracteriza con su suave epíteto a mi emoción.
Consuela mi tristeza en los días de lluvia
y camina junto a mí para que el dolor no me pueda mojar.

Existe en mi vida un poema y hoy lo tengo frente a mí,
su letra me habla de unos ojos color canela,
de unos cabellos vestidos de luto
y de una piel bronceada por el fuego de mi pasión,
hay en él una sonrisa de niña que hace juego con mi inquietud.

Existe en mi vida un poema y hoy lo amo como el día al sol,
existe en mi vida un poema y ese poema eres tú.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Presentación de Da Arte


NOTA DE PRENSA



COLECTIVO JUVENIL DARTE SE PRESENTA OFICIALMENTE EN EL CENTRO DE IDIOSMAS EL CULTURAL
Quedan cordialmente invitados al Recital con motivo de la presentación del Colectivo Juvenil dArte.



El recital se llevará a cabo el sábado 21 de noviembre a las 6:00pm. en el Auditorio de "El Cultural", Av. Venezuela Nº 125 (Sótano) en Trujillo, y contaremos con la participación de jóvenes poetas como Jonathan Alvarado, Eber Cabanillas, Éder Velásquez, Óscar Ramírez, Walter Toscano y José Carbajal, también nos estará acompañando David Novoa presentando su performance "La Poesía no existe", además la participación del joven narrador piurano Richard Chávez.
La expresión por medio del Arte es la necesidad que impulsa a este grupo de jóvenes a formar un colectivo, generando y encontrando maneras de transmitir belleza, valiéndonos de las diferentes manifestaciones artísticas y culturales. Esto es de dArte: Dar Arte, Darte Arte; sensibilizarnos y ver más allá de esta realidad ficticia; unirnos para entregar algo mejor.

Saludos para todos.

EL COLECTIVO JUVENIL DARTE

BLOG: http://d-a-rte.blogspot.com/

SE AGRADECE SU DIFUSIÓN

viernes, 13 de noviembre de 2009

Una Vida De Perros


NUNCA DEJARÉ DE ENVIDIARTE, MEJOR AMIGO


Tuve un sueño, en el cual, sueño, sueño, sueño, ¡qué rico sueño!, era un perro; pero no uno de esos mastines napolitanos que cuidan como oro o esos sharpeis que sus dueños tratan mejor que sus propios hijos. En mi sueño –repito, ¡qué rico sueño!– yo era un perro calato, un perro peruano con un moñón de pelo castaño (como para no perder un toque de mí) y sarnoso, sí, estaba lleno de sarna hasta en la sarna.
Cuando me vi al principio en ese sueño pensé que era la peor de las pesadillas: un perro, un perro calato, un perro calato con un moño de pelambre castaño, un perro calato con un moño de pelambre castaño y encima sarnoso; pero conforme se iba desarrollando mi rico sueño, las cosas iban poniéndose realmente buenas. Me subí a un micro de esos destartalados y con óxido hasta en las llantas, a uno de esos micros a los que uno siempre se sube cuando no le alcanza para el taxi (que es casi siempre), me dejaron subir sin decirme nada, el cobrador me miró con miedo y ya adentro los pasajeros me miraban con un profundo cariño y: poste, poste, poste, poste; sentía mi cabeza ir y venir y recién podía entender el porqué a los perros les gusta sacar la cabeza por la ventana, qué rico se sentía: poste, poste, poste, poste; en eso un niñito que viajaba sentado en las piernas de su abuela –porque no había forma de que aquella mujer sea su madre– me acercó un pedazo de pan y lo lanzó a donde sabía que yo podría alcanzarlo, sin esfuerzo, y porque me cagaba de hambre, alargué mi cuello canino y me lo metí a la boca, qué rico, qué rico, qué rico, en mi vida humana nunca había saboreado un pedazo de pan tan rico como esa vez. Imagino que debí sacar la lengua porque el niñito se volvió a acercar y me lanzó otro pedazo de pan y de nuevo me lo comí con tanto gozó como no había conocido jamás y después de nuevo: poste, poste, ¡ah, qué rico!, poste.
Cuando me aburrieron los postes, volví la mirada y la gente me seguía mirando con tristeza, sólo las mujeres más falsas y hacendosas me miraban con asco, pero esas personas nunca contaron para mí (ni siquiera cuando era humano) así que su opinión me despreocupaba. Quería caminar, hacer uso de mis cuatro patas y ser literalmente “un pata de perro” me bajé del asiento oxidado hasta en el forro y el cobrador pareció entenderme, el chofer paró la carcacha y me abrieron paso para bajar.
Luego vereda, vereda, vereda, jardín, sí, jardín y ¿qué es eso? Ummmm, qué es ese olor y ¡qué ganas de orinar! Y: da igual soy un perro y pisss, ¡Ah, qué rico! Y después: vereda, vereda, vereda, jardín, pisss; luego: vereda, vereda, jardín, pisss; de un rato: vereda, jardín, pisss; no pasó mucho: jardín, pisss; y: piss; y: pisss, pisss, pisss.
En otro momento de mi sueño llegué donde una mancha de perros rodeaban a la más hermosa especie hembra que yo haya podido ver en mi vida (perruna o humana) y rápidamente me armé de valor (si entienden a lo que me refiero, je) y no pude contener las ganas de estar a su lado. Llegué y todos me miraban con mala cara; todos eran perros vagos, malandrines, pero que va, yo también lo era así que también mostraba los dientes; me acerqué a esa hermosa dálmata y en vez de ponerme delante de ella no sé por qué diablos me fui directamente al rabo (que es lo que usualmente hago, pero siempre luego de una presentación formal y no tan rápido, o bueno depende de la chica, pero siempre doy la cara primero) y pude –con mi cuatro veces más sensible nariz– deleitarme con el más delicioso aroma, que terminó por dejarme la voluntad de hierro –de nuevo: je–. Sin embargo, algo me jalaba a seguir avanzando, decidí seguir, pero la hermosa “manchitas” decidió venir conmigo y como ni yo sabía a dónde iba, pensé en alejarla del grupo hasta doblar la esquina y después darle el trámite que ella estaba esperando de mí, y así fue y nunca la había pasado mejor. Nunca había tenido mejor compañera y vaya que sí duró mucho.
Luego, de nuevo: vereda, vereda, gente con las bolsas del mercado, gente con el celular pegado a la cara, gente con hijos en brazos y otros que no sabían dónde estaban sus hijos, vendedores que se preocupaban de los municipales, municipales que se preocupaban de sus sueldos, abogados que llevaban millones papeles, pero nadie se detenía a mirar a las personas que parecían inmóviles, que parecían las más miserables, pero qué hacía a los demás superiores a aquellas miserias humanas, por un momento paré, estuve a su nivel y por fin pude verlos tal como son: ellos alimentaban a sus hijos, ellos pensaban en sus hijos, o tal vez en sus padres, pero en la última persona en la que pensarían sería en ellos mismos; los demás comían una buena comida, vestían uno buenos trapos, tenían un buen carro y hasta tal vez tenían mejor sesudez, pero eso no era suficiente para ser más que mis nuevos compañeros, los míos tenían algo más, algo que los hacía altamente superiores: los míos tenían corazón.
Vereda, vereda, vereda y por fin, de alguna manera lo supe, casa, hogar, familia. Rasqué con mis patas mi desgastada puerta de madera y salió mi madre, me abrazó como si no me hubiera visto en años (y creo que así era), luego mi padre, mis hermanos, todos hicieron una fiesta la casa sólo porque yo: un perro sarnoso había regresado a mi casa, sólo porque yo, un sucio perro sarnoso, volví para quedarme por siempre.
Pero lo mejor de haber sido perro no fue mi sentido de orientación, no, lo mejor de haber sido perro fue hacer lo que quería, fue andar por la calle calato sin que nadie me diga nada, fue orinar por donde sea irrespetando las absurdas reglas de esta sociedad, fue subirme a un micro y ser visto con respeto en vez de con racismo, fue correr por aquí y por allá libremente, fue comer sin necesidad de matarme trabajando, sólo buscando mi comida, fue tener algo romántico y a la vez hermoso con una hembra de mi especie que quería departir conmigo y nadie lanzaría el grito en el cielo. Lo mejor de ser perro, mis amigos, es saber que aunque tal vez he perdido mi camino en esta vida; nunca olvidé mi camino a casa.

lunes, 5 de octubre de 2009

Opera de Dos

OPERA PER DUE

Te observo tras la ventana, ¿o al lado de ella?
Pareces una con el silencio y dos con la belleza.
Me miras, te miro y parece que no existo,
o tal vez es que no existe nadie más que nosotros dos.
El tiempo pasa por nuestro lado pero parece no conocernos,
el miedo pasa por nuestra mente y no nos encuentra,
un beso se pasea por nuestros labios con desesperación
y un te amo en nuestras lenguas se transforma en una mirada de amor.

Me miras de nuevo, ¿o te miro yo? Y pareces decirme algo,
algo que no necesita palabras, algo que parezco saber muy bien,
algo que yo también muero por decir,
algo que jamás mi corazón podrá olvidar por más que muera mi mente,
algo que no necesita ni siquiera un susurro, una estrella, una noche o un día.
Algo escrito en medio de nuestros corazones,
algo que comienza con “amor” y termina en “por siempre”.

Ahora te miro yo, ¿o tú me miras?,
Sonríes y preguntas ¿por qué?, y a mí me gustaría responderte,
sólo que yo me hago la misma pregunta todos los días de mi vida
¿Por qué tanta felicidad?
¿Por qué tanto amor?
¿Por qué me merezco este milagro?
Por qué si lo único que hice fue entregar mi corazón

Te observo al lado de la ventana, ¿o tras de ella?
Te observo y te ves tan hermosa y te vuelvo a desear una vez más.
Te observo y me pregunto qué hago aquí y por qué no estoy junto a ti haciéndote el amor,
pero observarte es también hacerte el amor, sí... Lo es.
Esta vez mi mirada se pierde y la tuya se aleja,
esta vez no hay palabras, no hay miradas, no hay pensamientos,
no hay porqués, no hay nada ni nadie más;
sólo estamos tú y yo y es preciso deletrear en tus ojos y en tu piel:
“Te amo”

viernes, 21 de agosto de 2009

Vuelve La Eterna y Dulce Muerte

ETERNIDAD

A Kriptonita, Lisset Farfán, Mi abuela Ana y todas aquellas personas que se han perdido en la eternidad:


Por qué debo vestirme de gala para nuestra última cita;
si por mí iría con los más sucios harapos con tal de repetirla.
Por qué debo despedirte con lágrimas de este viaje, si no volverás;

si por mí te despediría sonriente miles de veces con tal que vuelvas.
Por qué debo llevarte hoy las flores frescas que nunca te llevé;

si por mí ahora quisiera llevarte las más hermosas todos los días.
Por qué debo enumerar todas tus virtudes ahora que no puedes oírme;

si por mí te las diría a cada momento que tuviese oportunidad.
Pero ya no podré, te llevarán a donde no pueda tocarte,

y si lo hago, tú ya no sentirás las cosquillas que sentías;
que te hacían sonreír, con esa sonrisa que alegraba mi corazón
y lo llenaba de la vida que él ya no quería tener.
Había tan poco en este corazón, y tú lo encontraste.

Y aun así lo rescataste de la penumbra en que vivía.
Con tu amor lo llenaste de sueños e ilusiones,

le enseñaste que después de la noche, el día siempre vuelve a nacer.
Lo corregiste con mucho amor y sin reproches.
Le enseñaste a dar más de lo que la gente espera,

pero no le enseñaste a vivir sin ti, sin tu mirada.
Y ahora te vas, cuando más hermosa eras, cuando más el te quería,

cuando estabas tan presente en su vida; por eso te llora,
por eso mis ojos se mojan cada vez que tu recuerdo aparece.
Inútil gritarte ahora que siempre fuiste todo para mí.

Inútil besarte y darte aquellas caricias que nunca te di.
Es tan corta la vida, y tan larga la muerte;

que es imposible no estar triste, pues hasta la tristeza lo está.
Por qué debo dejarte ir sola a un lugar tan desconocido;

si bien sabes que yo iría contigo a donde nadie nunca ah ido.
El que Dios unió nuestros caminos, es lo mejor que me ah pasado,

pero que ironía, Él te puso en mi vida y Él te saca de ella.
Ahora sólo descansa y recuérdame siempre, que yo así lo haré;

te recordaré todos los días, y para no olvidarte, olvidando te amaré.
Trataré de ser siempre el mismo para que al verme me reconozcas.

Y te volveré a tocar, y tú volverás a sonreír, y esa sonrisa alegrará mi corazón;
llenándolo de la eternidad que moría por tener, para estar siempre a tu lado

martes, 14 de julio de 2009

El Trovador Sentimental


FUNESTA TROVA



Mi dolor tan sólo espera tu despedida.
Mi soledad sólo espera tu olvido.
Mis lágrimas sólo esperan tu partida.
Y mi tristeza sólo espera tu adiós.

Mis labios tan sólo esperan un beso
que tal vez nunca llegará.
Mis brazos esperan tu cuerpo
y mi pecho espera al tuyo,
pero tal vez ya te habrás ido.

Mi corazón espera tu amor
y mi alma tu cariño.
Mas yo seguiré esperando,
al lado de mi dolor,
volver a verte algún día
y entregarte mi corazón.

Decirte que lo eres todo,
cuanto algún día soñé.
Sentirte cerca de nuevo,
y nunca más dejarte ir.
Y amarte siempre en silencio
y darte todo de mí
y decirte que no me arrepentí
de todo el tiempo que esperaré:
sentado sobre mi soledad...
Bebiendo de mi llanto...
Conversando con mi tristeza...
Haciendo el amor con tu recuerdo...
Besando las palabras de amor que me diste…
Confesándole a mi alma que sufro
por todo el amor que me tragué
y egoístamente guardé para mí...

Mas esperaré... porque te quiero.

jueves, 16 de abril de 2009



DEVANEO I


La tarde moría y la fiesta se hacía cada vez más de los jóvenes, será porque a los niños, adultos y ancianos las energías se les agotan más rápido, o será porque tienen otras cosas que hacer, sea por lo que sea; íbamos quedando tan sólo un acervo de jóvenes y el baile se hacía cada vez más rudo, y la gente se movía a empellones. La barahúnda y los guirigáis; hicieron que se convirtiera en un baile babélico, lleno de zaragatas. Durante los cortísimos recesos, pude sacarle información: se llamaba Diana y venía desde la capital, siempre le gustó el baile de todo tipo de música y eso se notaba en las bien formadas curvas de todo su cuerpo, tenía ella 23 años, 6 más que yo, jamás lo hubiera imaginado, pues tenía un rostro de ninfa. Su blancura y el rubio de su cabello, su cerúlea mirada y su meandra figura: me atraparon por completo, como atrapa la flor los rayos del sol para poder vivir.
La tomaba de la mano entrecruzando nuestros dedos. El baile siguió su curso y nuestro descubrimiento también. Cuando ya la noche nacía, toda la muchedumbre avanzaba -siempre bailando- hasta la casa del prioste; al ingresar, a cada muchacho con su pareja les entregaban la merienda. A mí me dieron un pan relleno de res y a Diana una fruta, las cuales compartimos tomados de la mano y mirándonos fijamente. Queríamos ser los últimos en salir, y al hacerlo, salimos juntos por una puerta angosta, donde no cabíamos; esto hizo que su pecho núbil chocara contra el mío febril y puso mis manos en su cintura y las de ella en mi cuello. Fue la tilde de nuestros deseos, que no pudieron ser contenidos por más tiempo, nos unimos en un apasionado beso y en tocamientos, que para muchos son indebidos, pero que consuman cualquier momento de amor y que me hicieron descubrir sensaciones inexploradas, nos quedamos prendidos uno del otro y nuestro deseo de amarnos se hacía cada vez más fuerte. Riendo como dos locos, me llevó de la mano hacia un tálamo de verde pasto, que bien me pareció el más suave de los lugares; pues al explorar su humanidad, pude corroborar lo hermoso de su cuerpo y lo virginal de su carne. En el intenso frío, nuestros cuerpos se abrigaban, descubriendo esa noche todo tipo de placeres, nos entregamos al amor. Sus delirios y los míos me llevaron hasta el empíreo, donde descansé en su regazo.
—Me voy mañana Alfonso— me sorprendieron sus palabras, pero lo entendí, no quise entonces desaprovechar el momento, la volví a hacer mía, llenándola de caricias y besos el cuerpo, entregándole todo de mí. Un último beso selló la noche, una noche mágica y única, nos dijimos adiós, pero seguimos unidos incluso después de separarnos. Nos amamos sólo una noche, pues ella partió después llevándose en el vientre lo que significó el amor; pero nos volveremos a ver, estoy seguro, algún día...
Continuará